Esa noche llegue temprano, el camino se hace corto cuando se distrae la mente en un motivo diferente al de entretenerse repitiendo continuamente los pasos, las casas, los árboles que se cuentan a diario; al llegar a casa Clara sirvió la comida de inmediato, al parecer soné en su reloj como una alarma, era preciso desarrollar la tarea pendiente, se hizo necesario servir la mesa, claro no me puedo quejar, una carne tibia, fue el día del solomito dorado al carbón, las fibras tiernas se cocinan al interior guardando como un tesoro el sabor, como postre una torta la cual parece mas un perfume de vainilla, una copa de vino, realmente el desenvolvimiento se mantuvo en una nota alta, en la cocina los sonidos fueron los habituales, al terminar recogió la mesa, me sirvió el jugo que le pedí y se perdió, en el baño me aseaba, escuche el eco de su adiós, en aquel momento me preguntaba si era la rutina con su vaho envolvente o el temor de cambiar el tramite de una relación, retome de nuevo la lectura siguiendo el camino que elegí para mantener el aroma de historia y realidad, una hora el carnero, tres horas 1984, seguidas de la ausencia, la pausa musical, la misma melodía, León Gieco, todo se lo trago el fútbol ..., el Oso se hizo presente, escapando de su jaula cuando alguien olvido el candado, el tedio es un pasajero en el coche de la soledad, al recordar que de nuevo al final de la noche la cama me esperaba fría, la tabla del fondo desacomodada, ya la huella en el colchón se hacia mas profunda formando mesetas, quise romper la monotonía aunque la lectura siempre me hizo volar, lejos de todo, llego otra frase, llego la anarquía, ya no consigo mas satisfacción...
No pretendía y nunca lo hice, odio la atención, los recuerdos, por eso supe días atrás el porque de comprar esa escopeta de finca, el porque guardar con tanta curia y esmero lejos de la humedad secos los cartuchos marcados del uno al cuatro, introduje fríamente uno a uno, cargando y asegurando, me dirigí a la ventana, me despedí del cactus al cual casualmente ese viernes le tocaba agua, fui al espejo empotrado en el baño descargue sin pensarlo en el un puño seco, así abandone mi reflejo, lo siguiente se hizo sencillo, supe como suicidarme, debía ser la cocina, de un tiro volé la alacena, con la mesa del comedor no fue tan fácil e irónicamente esas sillas pesadas por fin prestaban un servicio correcto, !splash¡ bellamente fue el grito de la mesa rota, caída, para mis amados libros su fin se prolongo ardieron en la chimenea, un pretexto comenzó a maquinar en mi cabeza, quedan tres tiros y pocas cosas por destruir, como nunca pude tender la cama y no es lo mismo tender la cama con dos tiros y unas cuantas patadas, quedo en añicos el bastión de mis sueños. La escopeta cargada como testigo y solución final entro al closet, ya la suerte perdida y muerta toda ilusa pretensión tome la vieja maquina, el escritorio, la silla reclinable que tanto me costo y comencé a sangrar lentamente mientras moría en el papel.
No pretendía y nunca lo hice, odio la atención, los recuerdos, por eso supe días atrás el porque de comprar esa escopeta de finca, el porque guardar con tanta curia y esmero lejos de la humedad secos los cartuchos marcados del uno al cuatro, introduje fríamente uno a uno, cargando y asegurando, me dirigí a la ventana, me despedí del cactus al cual casualmente ese viernes le tocaba agua, fui al espejo empotrado en el baño descargue sin pensarlo en el un puño seco, así abandone mi reflejo, lo siguiente se hizo sencillo, supe como suicidarme, debía ser la cocina, de un tiro volé la alacena, con la mesa del comedor no fue tan fácil e irónicamente esas sillas pesadas por fin prestaban un servicio correcto, !splash¡ bellamente fue el grito de la mesa rota, caída, para mis amados libros su fin se prolongo ardieron en la chimenea, un pretexto comenzó a maquinar en mi cabeza, quedan tres tiros y pocas cosas por destruir, como nunca pude tender la cama y no es lo mismo tender la cama con dos tiros y unas cuantas patadas, quedo en añicos el bastión de mis sueños. La escopeta cargada como testigo y solución final entro al closet, ya la suerte perdida y muerta toda ilusa pretensión tome la vieja maquina, el escritorio, la silla reclinable que tanto me costo y comencé a sangrar lentamente mientras moría en el papel.