jueves, 8 de marzo de 2007

PALABRAS DE UN CONDENADO

En la jaula quedo esa fiera negra con su indómita figura, esa sutil y agreste belleza, al principio se revolcaba contra los barrotes, infundía tal respeto que los guardias siempre se paraban tras la puerta, antes que pensar en detenerla, se alistaban para huir, nadie quería estar entre las fauces, derrotados por la fuerza, estar en esa mirada tenaz que envolvía el ser en un tornado, dejando una tormenta en quien atrevía mantener la cadencia galopante de su presencia, el calor envolvía los sentidos, en esos laboratorios el clima era frío el ambiente tozco, blanco, la tensión de aquella situación era como la noche en que se deja al azar una decisión o la suerte no depende de uno, que molesto se hacía la convivencia al ver dicho animal, único, lleno en su voluntad, pero esclavo a la decisión ajena, lo primero fue encontrar una forma adecuada para educar la bestia, se probo con lo usual, someter a un periodo mediano de hambre, hasta el agua se prohibió, así luego de diez días sin alimento se presento un individuo con carne fresca, nutrida con esa anestesia que rompe toda obstinación, no cuadraba en el esquema de trabajo la respuesta del objeto, lanzo el plato de comida, resistía, como un ser de corto juicio rechazaba alimentarse, era extraño. lo siguiente fue llevarle una hembra en calor, aunque sus movimientos demostraban deseo, esas ganas de dar rienda suelta al instinto, unirse al cuerpo de la hembra, actuó de forma ilógica, tuvo a la hembra entre sus molares, bebiendo su sangre, la contradicción crecía aun mas la duda y el sin sabor, lo siguiente fueron los golpes eléctricos, descargas de energía, fue allí cuando comencé a entenderlo, en las noches los sueños se repetían, se me hizo difícil dormir, las constantes pesadillas me atacaban, en ellas era yo quien recibía los castigos, las pruebas, las descargas, despertaba en medio de la noche sudando, la gente comenzó a abandonar el trabajo, en la oficina central los científicos comenzaron a envejecer prematuramente, este animal les estaba sacando canas, abajo en el patio el temor se transformo en pesar, en angustia, parecía que el dolor de la bestia mutara en el aire todos respiramos dolor, furia, angustia, los golpes eléctricos fueron tan fuertes y continuos, la fiera ya poco caminaba, se escurría en las esquinas buscando la intimidad que brinda el sueño, las pesadillas no cesaban, igual no podía dejar el trabajo, la situación no era la mejor y eso andar cesante no es nada grato, cada instante se transformaba una pálida lluvia en una tormenta, eso de ver un ser tan decidido, salvaje, rebelde, reducido a nada, humillado, se comienza a convertir en una causa, ideaba miles de planes con el fin de acabar con tanto sufrimiento, cada uno de ellos se diluía, la seguridad del sitio era extrema y las condiciones no se prestaban, en el ambiente se mezclaba esa ansiedad de que por fin la conducta fuera la esperada y así dar por terminado ese martirio, seguían sin poder demostrar la premisa, nadie ni nada se puede resistir cuando algo se ha dado por hecho, además ya las teorías estaban redactadas, los axiomas construidos y tantas otras estupideces que no se le ven valor, rompimos el cerco que nos impedía comentar lo allí ocurrido, además éramos tan pocos que de ejercer el mismo control se hubieran quedado sin verdugos, el trabajo lentamente comenzó a cobrar su monotonía, sabíamos que el animal humillado no respondía, que algo nuevo habrían de inventar para romper su muro, en un nuevo sueño todo me fue rebelado aquella bestia negra era un ángel, yo y todos los demás éramos un demonio nuestro destino era gozar al romper el espíritu de la naturaleza, al rebelarse en mi tal verdad no quise ser mas el cómplice de esta pesadilla, eludiendo las ordenes aumente la corriente, el tiempo de exposición a los choques, las lágrimas corrían por mi rostro cuando sus carnes comenzaron a cocerse, era como fritar carne sin ningún tipo de aceite, su piel echaba humo, su cuerpo quedo pegado entre los barrotes y el piso, nadie quiso detenerme, al parecer la conciencia se hizo pública, la criatura muerta, más que humillada dejo de existir, de paso se llevo toda la vida... que mas puedo decir, fue un largo periodo, aun sigo teniendo pesadillas, le temo a la muerte, le temo a la jungla, pero cada que lo recuerdo se dibuja en mi rostro cierta alegría, fue eutanasia, el remedio mas letal pero más certero, poco a poco fui recuperando las ganas de vivir, aunque no de creer, el contrato de trabajo era estricto y no permitío dejar sin castigo cualquier error, me condenaron a tres años de prisión, yo lo vi con buenos ojos, al salir espero recuperar el juicio, lo que si me deja con la certeza de haber hecho lo correcto es este sentimiento de libertad, estos barrotes no podrán detenerme, suena gracioso pero soy un hombre nuevo.

1 comentario:

MaLena Ezcurra dijo...

Que texto!!!!

No suena gracioso, los barrotes no impiden el vuelo.

Besos de mas.